Ya
hace más de siete meses que llegué a Japón y desde entonces me he
dedicado a trabajar en mi proyecto, rodeado de personas quienes al
principio no entendía su forma de actuar y pensar, haciendo un poco difícil
mi adaptación a este ambiente de trabajo. Convivir con nuevos compañeros
como los japoneses me ha dejado muchas enseñanzas y al mismo tiempo he
recibido gestos muy agradables de todos y cada uno de los miembros de mi
equipo de trabajo, durante la semana siempre recibo muchas sorpresas de
parte de ellos... a partir del año nuevo que está en curso cambié
mucho mi forma de actuar para con ellos, y se preguntarán... Por qué?
En los primeros tres meses de estadía pretendí adaptarme a este
ambiente con el mismo comportamiento que mantenía con mis amigos de
Venezuela, esperé tener una respuesta positiva en este intercambio de
culturas pero lamentablemente no tuve éxito, de modo que tuve que
pensar cómo seguir trabajando en mi laboratorio en armonía y
tranquilidad con mis nuevos compañeros para poder llevar a cabo un buen
trabajo. Fue entonces cuando comencé a actuar como ellos para sentirme
como uno más de la familia, pero en ningún momento reprimí las cosas
que deseaba expresar hacia ellos puesto que lo hago de frente a ellos
pero con mucha sutileza para no ofenderlos ni intimidarlos, aunque no
fue fácil alcance lo que deseaba... una verdadera comunicación un poco
más suelta (menos tensión
entre nosotros) y por otro lado estoy alcanzando la meta que me tracé
al venir acá y es trabajar tan duro con personas quienes ya sabía de
antemano como lo hacían. Meticulosos, precavidos, metódicos y
ordenados son sólo una las tantas cualidades que tienen los miembros de
mi laboratorio, pero la más relevante es el verdadero sentido de compañerismo
que demuestran para el trabajo en equipo, esto me ha dejado muy
impresionado y al mismo tiempo alegre de pertenecer a esta familia tan
peculiar, y lo digo porque con mis colegas de las universidad y
particularmente los de mi carrera siempre se demuestra mucha competencia
y poco compañerismo a la hora de llevar a cabo un trabajo en equipo y
es lo que siempre se nos ha criticado, somos buenos para trabajar
individualmente... pero pésimos para el trabajo de equipo.
Desde
comenzar siempre puntual en el trabajo hasta concluir con palabras de
satisfacción por haber terminado la faena del día, me han hecho sentir
que este es estilo de ambiente que me gustaría llevar a cabo a futuro
en una empresa al dirigir o formar parte de un verdadero “equipo”,
por otro lado también he sentido que puedo confiar ciegamente en ellos
no sólo intereses de trabajo sino también de amistad pero una amistad
muy especial además de una “verdadera lealtad” entre nosotros y al
trabajo mismo, con estas palabras quiero expresar el agradecimiento que
siento con todos los miembros de mi equipo de trabajo denominado ETIGO-II
quienes nunca me han negado una mano desinteresada para ayudarme en los
momentos en los que ignoro por completo el manejo de un equipo o para
resolver otro tipo de percances personales. Para todos ellos: ¡Muchas
gracias por su ayuda y colaboración!
Aunque
todavía falta mucho por hacer estoy seguro de que lo haré
satisfactoriamente, con los consejos y sugerencias de mis compañeros
para mejorar mi trabajo, en ellos confío al igual que en mis profesores
quienes me han guiado y estimulado con palabras al igual que con
recursos para llevar a cabo mi proyecto, sé que puedo rendir tanto como
los japoneses y trabajar al mismo ritmo que llevan sin quejarme... ya lo
he hecho y me agrada, cuando se demuestra interés en lo que se desea
hacer el sueño y cansancio ya no son obstáculos invencibles, la
perseverancia y esperanza en que se obtendrán los mejores resultados
son piezas claves para alcanzar una meta final... que está muy próxima
a concretarse pero hay que ser paciente.
Ichiro
Ruben Ruiz Obregón,
Tesista
de Ing. Electrónica y miembro del proyecto ETIGO-II bajo la dirección
del profesor phD. Yatsui Kiyoshi, Univesidad Tecnológica de Nagaoka
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