Ya
han pasado mas de dos años desde la primera vez que llegue a Japón. Y aún no
dejo de asombrarme de la cultura de este bello país. Cada día me impresiono más
y a su vez mientras más me acerco a ellos mas me identifico con mi cultura.
Mientras más diferencias veo, me compenetro aun más.
He adoptado algunas cosas, otras sin embargo sólo las respeto y trato de
entenderlas. Y creo que he llegado a querer a los japoneses. Pero como no
quererlos?, si la amabilidad es su símbolo de distinción, si nunca dejarán de
tenderte una mano, si la palabra se subleva por encima de las circunstancias, si
el segundo de cada instante cuenta tanto como un largo período incontable, si
el trabajo en grupo prevalece ante los intereses personales. ¿Cómo no
quererlos?...
Sin embargo mientras más
quiero a los japoneses, mayor se hace mi cariño hacia mi país. En realidad, es
lo único que les puedo ofrecer a cambio de tanta hospitalidad; un poquito de mi
cultura venezolana. Presentarles este conglomerado de playas, montañas, sabanas
que nos envuelven y ni cuenta nos damos, decirles al menos donde queda, que
sepan que hay un país bellísimo que se llama Venezuela.
Es por eso que hoy miro con nostalgia, lo que ya ahora se convierte en
pasado. Pero mientras llega ese momento seguiré en las vicisitudes de la vida
que me confrontan. Queriendo a ese lejano pedacito que me corresponde, tratando
de enaltecer sus virtudes, logrando el acercamiento de los dos mundos. Y en el
pedazo que ahora me prestan no lo quiero deteriorar, solo busco la eufonía en
el girar.
Sé que aún me queda tanto por ver, tanto por descubrir, tanto por
comprender, tanto por llegar a amar, que
nada de lo que vislumbre en este momento se compara con lo que puedo llegar a
sentir mañana.
Pero Como no quererlos?...
Heidy
Visbal
Ingeniero Químico
Estudiante
del 2do Año del Master en Materiales en
la Universidad Tecnológica de Nagaoka. Japón.
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